¿Qué efecto tiene el cambio de calzado en mis pies y cómo puedo evitarlo?
En verano es habitual que hagamos más caso de nuestros pies, ya que al tenerlos expuestos por el tipo de calzado que utilizamos, estaremos más atentos a que “se vean bien”. Sin embargo, una vez llegado el otoño/invierno guardamos nuestros pies en los zapatos y dejamos de dedicar la atención que se merece el cuidado de los pies.
¿Sabías que el cambio de calzado influye (y mucho) en la salud de tus pies?
Para muchos de nosotros, los pies son los grandes olvidados. Es normal prestar más atención a otras partes del cuerpo más visibles como el cabello, las manos o la cara. Sin embargo, nuestros pies merecen la misma atención, aunque estén dentro del calzado, se someten día a día a la exigente tarea de soportar el peso del cuerpo, deben soportar largas horas sin moverse, pero también deben impulsarnos para correr, saltar o caminar grandes distancias. Así que aprender a cuidarlos es algo vital, en nuestro blog te compartimos algunos consejos.
Los cambios de estación nos obligan a cambiar el tipo de calzado. En verano, por ejemplo, nuestros pies tienden a expandirse y a sudar más frecuentemente debido al calor. Pero en cuanto llega el frío y los días lluviosos los pies se encierran en calzado más cerrado y menos transpirable, por ello la humedad que produce el sudor tiende a acumularse en el calzado, creando un microclima en el que se favorece la proliferación de bacterias que generan mal olor.
Los calcetines, el mejor aliado.
Antes de pensar en qué calzado es el más adecuado, conviene prestar atención a los calcetines ya que, al fin y al cabo, son los que están en contacto directo con nuestros pies. Es conveniente elegirlos de un tejido natural, como el algodón, capaz de absorber la humedad y alejarla de la piel, manteniéndola seca. Debemos evitar, en la medida de lo posible, el uso de materiales sintéticos que favorecen la sudoración y retienen la humedad.
Estos sencillos hábitos nos ayudarán a mantener nuestros pies sanos y a sentirnos mucho más cómodos:
- Elegir el calzado adecuado. Siempre esté adaptado a la época del año. Recomendamos zapatos flexibles para facilitar la movilidad, con soporte en el talón y punta ancha (para prevenir la aparición de juanetes) y, sobre todo, que estén fabricados con materiales transpirables y sin costuras internas, de esta manera evitamos el exceso de sudoración y las posibles rozaduras.
- Después de una ducha relajante los pies deben de estar totalmente secos (también entre los dedos). Si evitamos los restos de humedad estamos previniendo la aparición de grietas y durezas.
- También después de la ducha y con los pies completamente secos, es un buen momento para mimarlos con un masaje y la aplicación de cremas específicas. Así reduciremos la carga muscular acumulada durante el día e hidrataremos la piel, especialmente de la zona del talón.
- Si padeces de exceso de sudoración y/o mal olor con el calzado cerrado, existen productos como los desodorantes en spray o polvo que te pueden ayudar a evitarlo. Estos productos contienen componentes como el óxido de zinc, que absorbe el exceso de humedad en la piel. Así tus pies se mantendrán secos, frescos y protegidos del mal olor durante todo el día.
- Practicar algún deporte que te mantenga activo es lo mejor que puedes hacer para mejorar la salud tanto de tus pies como de todo tu cuerpo. Hay que tener presente que el pie tiene una función muy importante en nuestro sistema circulatorio, así que ¡muévete!
- No te olvides de visitar al menos una vez al año al podólog@. Además de todos los cuidados comentados, el especialista te ayudará a comprobar que no existe ninguna otra patología y que tu pisada sea la correcta. Si hubiera algo a corregir, él es quien te proporcionará las indicaciones necesarias para mantener siempre unos pies sanos.
Sigue nuestro blog, en él encontrarás más consejos y recomendaciones para mantener la salud de tus pies en activo.